¿Qué conmemoramos el 21 de mayo?

¿Qué celebramos?
¿Celebramos las derrotas?
¿Celebramos los triunfos morales?

    Como contexto general, debemos de recordar que el combate naval de Iquique se produce cuando se inicia la guerra entre Chile, Perú y Bolivia, por los conflictos limítrofes e intereses económicos existentes en la zona. En este contexto Bolivia declaró la guerra a chile el 01 de marzo de 1879. Chile declara la guerra a Perú y Bolivia el 05 de abril de 1879 y el día 06 de abril del mismo año, Perú puso en vigencia la alianza firmada con Bolivia en 1873 y entró en guerra con Chile.

        El 14 de febrero de 1879 cuando se ocupó la ciudad de Antofagasta no se disparó ni un solo tiro. Posteriormente en el avance del Ejército chileno hacia el interior hubo una pequeña escaramuza en el mineral de caracoles y después, un enfrentamiento en el vado de Topáter por la toma de Calama el 23 de marzo de 1879.

     De esta manera llegamos al 21 de mayo de 1879, cuando se produce el Combate Naval de Iquique, primer enfrentamiento de proporciones entre Chile y las fuerzas enemigas; concretamente con Perú.

       Específicamente, en relación a este tema…

       Qué triste es escuchar a tantas personas: niños, adultos, jóvenes cuando dicen:

       ¿Qué celebramos?

       ¡Pero si en Iquique nos derrotaron!

       ¿Por qué recordamos tanto el 21 de mayo si fue un combate más de toda la guerra?

       ¿Celebramos las derrotas?

       ¿Celebramos los triunfos morales?

   Qué tristeza y qué decepción por aquellos que inmolaron su vida por los ideales de la patria…y por nosotros… porque nosotros somos parte de esta patria y de esta soberanía.

       ¿Qué celebramos?

      En primer lugar no celebramos, no podemos celebrar la muerte y el sacrificio de tantos compatriotas en el cumplimiento de su deber. Nosotros debemos conmemorar.

    Remontémonos al amanecer del 21 de mayo de 1879 en la rada de Iquique, donde la Esmeralda y la Covadonga yacen artísticamente acomodadas mostrando orgullosas sus imágenes inmortales.

    Esta imagen se quiebra bruscamente, cual espejo encantado, cuando dos poderosos acorazados comienzan a proyectarse en la boca de la bahía. Eran el Huáscar y la Independencia, cargados de acero, pólvora y muerte.

    Iniciado el combate y con el transcurso de las horas, el fuego y la metralla causan daños gravísimos en la Esmeralda y en su tripulación.

    La desigualdad de la artillería solo se podía equilibrar con el temple de los corazones. A medida que las horas avanzan el panorama es horrible: los cañones desmantelados, los mamparos destruidos, la arboladura despedazada, los cadáveres horriblemente mutilados y la sangre mezclada con agua cubría todo por doquier.

    Al primer espolonazo la Esmeralda se comienza a partir y a remecer hasta los últimos remaches, mientras su capitán saltaba a la eternidad al abordar el buque enemigo.

    Al segundo espolonazo el buque se comienza a despedazar y a crujir como en un grito desesperado. Otro grupo de hombres salta al abordaje siguiendo el ejemplo de su capitán.

    ¿Cómo explicar el arrojo y la valentía de Prat y sus hombres, que cual David se preparaban para enfrentar a Goliat?

    ¿Cómo explicar el desprecio por el dolor y la muerte en aquellos difíciles momentos?

    ¿Cómo explicar el sentimiento del honor y del deber que surgen inclaudicables cuando los hombres se enfrentan con su destino, para levantarse como héroes?

    Es indudable que el gesto heroico de Prat y de sus hombres corresponde al de aquellos iluminados que no trepidan en dar su vida por la defensa de aquellos principios y valores que la patria les ha inculcado.

   El Combate Naval de Iquique y el gesto de sus hombres sirvió para cohesionar la voluntad nacional en pos de un objetivo común. Además, al observar el resultado final de la epopeya del 21 de mayo de 1879, vemos que, mientras chile pierde una corbeta de escasísimo valor táctico, Perú enfrenta una pérdida capital en punta gruesa −uno de sus mejores blindados−, que en rigor constituía la mitad de su fuerza organizada. Este hecho fue la llave que permitió alcanzar la posibilidad de utilizar libremente el océano y proyectar nuestro Ejército desde el mar hacia la victoria final.

      La cohesión de la voluntad ciudadana, el fortalecimiento del espíritu patriota y el valor del servicio por la nación es lo que venimos a conmemorar el día de hoy porque es lo que le debemos a Prat y a su gente.

   Las cualidades de liderazgo de Prat, nos dan luces para entender por qué la esmeralda se transformó en una sola voluntad para enfrentar la adversidad.

    A bordo de ese buque, como lo debe ser hoy en cualquier institución, no importó la edad, el origen, o el lugar de nacimiento para estar en su puesto cumpliendo con su deber y compartiendo responsabilidades.

    El legado de Prat y su gente es grandioso, en cualquier institución al igual que en ese buque, todos tienen un rol y una tarea que realizar, desde la más compleja hasta la más simple. Así la convivencia de sus integrantes se basa en la confianza mutua de que cada uno cumplirá con su deber.

    La arenga que el capitán dirigió a sus hombres no fue en vano, después de 5 horas de encarnizada lucha, la Esmeralda se sumergía dolorosamente arrastrando consigo a sus muertos, envuelta en un torbellino de humo y espuma rumbo a la eternidad, pero manteniendo siempre flameando en lo alto del palo de mesana los emblemas tricolores desgarrados pero no vencidos.

    Es necesario recordar nuestra historia y resaltar el valor y la nobleza de nuestros héroes para que nunca más escuchemos ¿Qué celebramos?, ¿Celebramos las derrotas? Porque si bien fue Grau el vencedor, no fue Prat el vencido y Chile surge como el gran vencedor.

Mr. Jorge Cornejo
Jefe del Departamento de Historia.